En los 1900s.Un hombre analfabeta de poca educación pero de buen corazón.
Vestido con gastadas ropas y maltratado sombrero. Miro con cariño a una maestra
mientras trataba con ternura a sus estudiantes. Uno de ellos trajo un perrito herido.
Tanto el hombre como la maestra amaban a
los animales. La maestra pronto tomo preocupación
por el cachorro. El hombre pronto fue a donde ellos. Toco la patita del
perrito.
-No esta roto- dijo el hombre
De sus humildes vestiduras saco un vendaje y amaro la patita y la
cadera del cachorro.
-Verifica que descanse y en 7 días quítale la vendadura.
El estará bien.- Dijo el hombre devolviéndole el perrito al niño. La maestra le agradeció al hombre por tan hermoso gesto. Al hombre mirar
su rostro quedo hechizado por ella. Se quito su maltratado sombrero y dijo:
-Señorita. Con todo respeto. Es usted muy hermosa. No
tengo mucho que ofrecerle. Pero seria de mi agrado si usted va a cenar a mi
casa.- Dijo el humilde hombre bajando la cabeza.
La maestra, mujer hermosa de buena presencia, finas vestiduras, gran
conocimiento pero de de sentimientos fríos y rotos por el maltrato de otros
hombres dijo:
-Soy un libro muy complicado que jamás lograras leer.-
Diciendo esto la maestra se retiro y le dio la espalda l hombre. El hombre se
tomo literal lo que ella había dicho.
El tiempo y las temporadas pasaron. Una fría noche de
invierno mientras nevaba. La maestra volvía a su casa en su carreta. Cuando vio
un bebe venado tirado en la nieve lastimado.
Tenía una herida de bala en su cadera derecha. Sus padres, lo mas
probable, habían perecido en manos de un cazador. La maestra no pudo dejarlo
solo en el frio y lo llevo a su casa. Donde lo dejo en su establo junto con sus
caballos.
Ella no sabia nada de
medicina. Solo oraba que el resistiera hasta la mañana para buscarle ayuda. Los
gritos del pequeño resonaban hasta la casa de la chica. Tanto que ella se
asomaba por la ventana cada cierto tiempo para mirar su establo. En un momento
de la noche vio una silueta oscura acercarse al establo. Ella pensó que era un ladrón
que iba tras sus caballos. Ella tomo su abrigo y su escopeta (era una mujer
sola e independiente) y se dirigió al establo lentamente. Tenía la esperanza de
tomar por sorpresa al asaltante. Pero cuando se escabullo a su establo se encontró
algo que no esperaba. Era el campesino analfabeta que ella había rechazado. El tosía
fuertemente, lo mas probable tenía un mal resfriado por el frio. Ella vio que
en el piso el había puesto una sabana limpia. Casi tan blanca como la nieve. Encima
de ella había unas pinzas, unos vendajes y un ungüento. El hombre tomo al bebe
venado en sus manos y lo coloco en su falda.
Con sus pinzas logro sacar la
bala. El pequeño gritaba con dolor. El
hombre tomo entonces el ungüento y lo froto sobre la herida del pequeño. Sus
chillidos de repente cesaron. Ya parecía no dolerle tanto. El hombre procedió a
ponerle unos vendajes. Se quito su abrigo e hizo una cuna con el para que el
venadito descansara. Luego escribió una nota y la colgó junto con unos vendajes.
Luego se lanzo a la nevada una vez mas. Abrazando su cuerpo porque no tenía
abrigo y tosiendo fuertemente. Tan pronto el se fue, la maestra tomo la nota
que el había dejado. La cual decía:
“Gracias por haver reskatado al pequeño.
Perdon por haverme metido sin permiso. Escuche sus gritos y no pude ebitar
ayudarlo. Deje a qui unos vendajes adisionales y crema. Kambiaselos todos los días.
La crema es para el dolor y infecsion.”
La
nota enterneció el duro, frio y maltratado corazón de la maestra. La cual corrió
detrás del hombre. El cual caminaba lentamente. La maestra lo paro y lo invito
a la casa. El hombre al principio declino pero la maestra le insistió. Una vez
dentro de la casa ella le preparo sopa y un té caliente. El hombre se comenzó a
sentir mejor. Mientras comía el saco de su bolsillo unas yerbas. Las tiro en su
té y se las bebió con rostro de asco. Esto movió la curiosidad de la maestra.
-No parecen muy sabrosas. ¿Qué le echaste a tu té?- Dijo la maestra
con curiosidad.
- Es ajo, eucalipto, tomillo y flor de sauco; Señorita Lovelorn. Es
una cura casera para el resfriado. No sabe bueno pero en el campo no tenemos
dinero para médicos.- Dijo el hombre mientras tomaba mas sopa.
- ¿Cómo sabes mi apellido?- Le pregunto la señorita Lovelorn. El
hombre trago nervioso. Y contesto.
-Se lo pregunte a uno de tus estudiantes el día que la conocí. No lo
he olvidado.- Dijo el hombre poniendo la cuchara en la mesa y limpiando su boca
con el antebrazo.
A la maestra ese detalle le pareció
extraño tanto como asqueroso que hubiera limpiado la sopa con su antebrazo. El
hombre se levanto y se saco de su bolsillo un libro. Y se acerco con el a la
maestra.
-El día que la conocí usted me dijo que era un libro difícil de leer.
Entonces fui al pastor del pueblo y
le pedí que me enseñara a leer. Todavía me falta mucho. Pero con su permiso. Me
gustaría invitarla a cenar de nuevo.- Dijo el hombre mirándola a los ojos y
sonriendo.
La maestra se sonrojo y rio al
escuchar esta historia, invitación y en cierta forma cumplido. Lo que hizo que
sonriera y se tirara una leve carcajada moviendo la cabeza.
-Ay
amigo. Estaba hablando en metáfora.- dijo la señorita Lovelorn
-Pues no sé lo
que significa mefafora. Pero aun así me gustaría
invitarla a cenar- Dijo el hombre apretado su libro.
-Ha ha se dice metáfora.
¿Cuál es tu interés conmigo?- Dijo la señorita Lovelorn sonriendo.
- Bueno. La vi como
trata a los niños y los animales. Además desde que me dijo eso, comencé a aprender a leer y escribir. En cierta forma. Usted ya
me ha hecho un mejor hombre.- Dijo el hombre con una sonrisa leve.
- Pero ni siquiera
sabes mi nombre ni yo el de usted-
- Mi nombre es Sam.
Sam L Bom. –
- Bien Señor Bom. Lo
pensare. Mi nombre es Ann Lovelorn.-
Esa noche paso. El invierno
paso. El tiempo paso. En esa primavera mientras mas fuerte se volvía el ya
recuperado venadito. Mas crecía la amistad entre Ann y Sam. Tanto que de Ann le
abrió por completo las páginas del libro de su corazón.
Un matrimonio, dos hijos y
muchos años pasaron. Con la ayuda de Ann, Sam logro estudiar, ser un hombre
culto y se convirtió en un veterinario. Nunca fueron ricos. Pero el tesoro
mayor fue ver a sus hijos, producto de su amor, ser felices. Sam con sus conocimientos naturales siempre
mantuvo a su familia sana y feliz.
Pero toda historia linda debe tener un fin.
En su edad avanzada. El sanador se enfermo. En vejez Sam quedo postrado en
cama. Ann lo cuido hasta su último instante. Una noche desde su cama Sam la
miro tiernamente y extendió su mano a ella. Ann la tomo, se sentó al lado de la
cama y le apretó fuertemente la mano a Sam.
Sam le sonrió tiernamente.
-La Amo mucho señorita Lovelorn- Dijo Sam mirándola fijamente.
Ann rio y dijo:
- Todos estos años he
sido feliz. No he sido fácil para ti en nada. A veces hasta temía que te fueras. Pero he sido feliz. Me devolviste algo importante
que las personas me habían quitado. Eso es algo que siempre te agradeceré. Pero
quisiera saber. ¿Por qué me escogiste a mi?-
Sam rio un poco y meneo su cabeza.
-Cuando mi primer amor murió. Estuve mucho
tiempo solo. No había nadie importante en mi vida. Cuando conocía una mujer
hermosa perdía interés pronto. Me di cuenta que no era un fisco hermoso lo que
buscaba sino algo mas. Por eso escogí estar solo. No me interesaba ninguna
mujer. Todas me buscaban por mis
habilidades de sanación (lo que yo les podía dar) o me buscaban porque me veían
como una última opción para no quedarse solas. Algo tenían en común los dos
tipos de mujeres que me buscaban. Ninguna estaba verdaderamente interesada en quién
era yo. Yo no les importaba. Y por eso con el tiempo. Ellas me dejaban de
importar a mi. Me di cuenta muy joven de lo inútil que son estas vanidades de
la vida. Eventualmente también me quede sin amigos. Solo tenía de amigos a los
animales. Me di cuenta de lo vacía que puede ser esta vida. Cuando esto pasa, hay dos caminos que puedes
tomar. Llenarte de amargura y ser infeliz odiando a todos. O comenzar a quererte
y ser feliz. Me empecé a amar mas a mi
mismo y aunque no tenía amigos comencé a tratar a todos con bondad y decencia.
No dejaba que nadie me hiriera pero tampoco hería a nadie. Eventualmente me volví
en el guardián de mis amigos los animales del bosque. Ellos me amaban y yo los
amaba a ellos. Veras, Dios nos dio a alguien muy importante a quien cuidar. A
nosotros mismos. Cuando nos amamos. Dios nos da la capacidad de amar a otras
personas. Esto nos da la capacidad de no solo cuidarlos bien. Porque cuidamos a
lo que amamos y amamos a lo que cuidamos. Sino que también les da la capacidad
a ellos de amarnos y cuidarnos cuando ya no nos podamos cuidar por nosotros
mismos. El día que te vi por primera vez Ann. No me fije en tu hermosa piel
blanca, tampoco en tus divinos ojos Brown y mucho menos en tu cabello rubio como el sol. Me fije en lo que hacías. Sonreías cuidando
niños y estabas ayudando a un cachorro. Esa eres tú en una imagen. Eso fue lo
que me atrajo. Algo que no se iría nunca. Pero como un buen vino. Se pondría mas
hermoso mientras madurara. También me agrado que vistes mas allá de las
apariencias y de lo que yo te podía dar. Mas me dijiste “¿Qué te puedo ofrecer?”
y que mucho me distes. Porque casi todo lo que soy te lo debo a ti. Se leer, se
escribir y se amar. Solo porque te distes a la tarea de conocerme bien. Antes
de haberme visto desnudo. Ya habías tenido mas intimidad conmigo que cualquier
otra mujer. Por eso te amo. No solo por lo que eres. Si no también por lo que lograste
ver en mi que mas nadie vio. Gracias por ser mi novia. Gracias por ser mi
esposa pero ante todo; gracias por ser mi amiga.-
Diciendo estas
palabras Sam paso a morar con el creador.
Ann lloró esa noche amargamente. Pero no hubo un solo día que no le
diera gracias a Dios por haber cruzado a Sam en su camino. Los hijos de Sam y Ann montaron en su pueblo
una clínica donde no solo se protegían a los animales sino también los trataban con cariño y respeto. Cuando Ann murió la sepultaron junto
a su amado. La lapida de ella decía: “Ella Fue amada”. Mas la de Sam decía: “Ella era un libro difícil de
leer. Pero el aprendió a leer por ella y ella lo amo”
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